Un singular enviado de La Habana asesora al presidente venezolano en la grave coyuntura actual
Venezuela se halla en virtual campaña electoral, pese a que las elecciones legislativas están previstas para un lejano 29 de septiembre. Pero es mucho más una carrera electoral de marchas y contramarchas de oposición y oficialismo que de programas, en medio de una gravísima crisis nacional. En las últimas semanas han dimitido o sido sustituidos cinco ministros, entre ellos el de Defensa y vicepresidente del país; hay cortes de suministro eléctrico a todas horas; desabastecimiento masivo de artículos de primera necesidad; y una devaluación del bolívar que no hará sino incrementar una inflación que ya fue en 2009 del 30%.
Ante todo ello, al líder bolivariano no se le ha ocurrido nada mejor que recurrir a Cuba, país experto en algunas cosas, pero dudosamente en desarrollo económico. Un íntimo colaborador de Fidel Castro, Ramiro Valdés, que lo ha sido todo en la isla, hoy ministro de Informática y Comunicaciones, además de desempeñar las vicepresidencias del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, es el hombre de la situación en Caracas.
Valdés está nominalmente encargado de resolver una crisis energética que deja a casi todo el país sin fluido entre dos y ocho horas varias veces por semana; y que si la sequía no cede podría, teóricamente, provocar la oscuridad total en abril. El Gobierno asegura, sin embargo, que con un plan con el que espera ahorrar un 20% de electricidad, la sangre no llegará al río, ni se agotará el agua de los embalses. Pero todo ello es un sarcasmo cruel, porque el cubano es sin duda un experto, pero en represión: generalizada, como demostró en su paso por el Ministerio del Interior, entre 1961 y 1969, y tecnológica desde 2006, como censor de Internet.
Hay unos 60.000 cubanos en Venezuela, de los que la mitad trabaja eficazmente en sanidad y enseñanza para compensar los 100.000 barriles diarios de crudo que Caracas facilita a La Habana a precio de saldo. Pero abundan también en el Ejército, lo que no entusiasma a muchos de sus pares venezolanos. La oposición atribuye, por ello, a Valdés el papel de represor en jefe del movimiento de protesta, al que conviene haber amansado para cuando llegue el día de las urnas.
Antecedentes de lo que se prepara, y que delatan la inquietud gubernamental ante las elecciones, pueden ser la reciente redemarcación de distritos electorales, en especial donde gobierna la oposición; la sanción al diario Tal Cual, por un artículo satírico contra el chavismo; la destitución del fuertemente crítico director de Globovisión o el cierre de RCTVI, emisora por cable y obsesión de Chávez, que ya fue clausurada en 2007, cuando emitía en abierto. El caudillo venezolano ha ganado todas las elecciones legislativas y presidenciales desde su primera victoria en 1998, con el grado de limpieza aceptable para gran parte de América Latina. Pero, vencedor o derrotado, así es como hay que exigir que discurran, cuando menos, los comicios de septiembre.
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